Conducía por la carretera rumbo a casa... y otra vez apareció la 'cochina' nostalgia.
Recientemente (3 años quizá), esa sensación dominical se aparece como rutina a la que no me puedo acostumbrar.
A la nostalgia le veo cara de atardecer. ¿O el atardecer tiene rostro de nostalgia? Yo no sé, pero la incomodidad que me provoca parece sincronizarse con la puesta del sol.
¿Pero nostalgia de qué?, me pregunto en un tono que a veces siento que me regaño. Hasta ahora no tengo respuesta.
Mis hipótesis van desde recuerdos del pasado -quizá- de personas, momentos, edades, hasta a las soledades... pero siempre los domingos.
¿Por qué no aparece el sábado, o el martes? Esos días podría quizá podría camuflarse entre una salida al cine, o la jornada laboral. Pero no, parece un requisito para terminar la semana.
Antes pensaba que sólo me ocurría a mí.
Dos amigos me compartieron que también les pasa: uno de ellos me dijo hace un tiempo que lo que no extrañas un domingo, no lo necesitas. Hace unas semanas, mi papá compartió esa impresión conmigo.
Justamente, mi papá me dice, que esa especie de inquietud, es nostalgia de Dios, sensación de la que también hablaba San Agustín. Recientemente empiezo a pensar que tienen razón. Es como un hueco interno que se siente profundo y que llenarlo va más allá de uno mismo.
¿Pero qué tienen los domingos?
Quizá el cierre de la semana y el deseo de descansar más, de extender los momentos con la familia y amigos. De dormir más, practicar una rutina más larga de ejercicio, salir al campo, o a un centro comercial, ver las películas que te recomiendan, terminar pendientes o simplemente de hacer nada.
Posiblemente es que los inicios de semana -y de todo lo demás- me provocan ansiedad, y la nostalgia es como su antesala.
Llegué a casa y me puse a cocinar. Sin darme cuenta la sensación se había disipado.
Sé que el próximo domingo, esa 'compañera' volverá a aparecer y también mi anhelo que algún día se vaya.
No me había percatado que al final del domingo, la nostalgia me trajo algo bueno hoy. Me hizo escribir sobre ella, como un camino (espero), a la aceptación.
FIN
"Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en Ti"
San Agustín
Recientemente (3 años quizá), esa sensación dominical se aparece como rutina a la que no me puedo acostumbrar.
A la nostalgia le veo cara de atardecer. ¿O el atardecer tiene rostro de nostalgia? Yo no sé, pero la incomodidad que me provoca parece sincronizarse con la puesta del sol.
Descripción gráfica de la nostalgia.
Mis hipótesis van desde recuerdos del pasado -quizá- de personas, momentos, edades, hasta a las soledades... pero siempre los domingos.
¿Por qué no aparece el sábado, o el martes? Esos días podría quizá podría camuflarse entre una salida al cine, o la jornada laboral. Pero no, parece un requisito para terminar la semana.
Antes pensaba que sólo me ocurría a mí.
Dos amigos me compartieron que también les pasa: uno de ellos me dijo hace un tiempo que lo que no extrañas un domingo, no lo necesitas. Hace unas semanas, mi papá compartió esa impresión conmigo.
Justamente, mi papá me dice, que esa especie de inquietud, es nostalgia de Dios, sensación de la que también hablaba San Agustín. Recientemente empiezo a pensar que tienen razón. Es como un hueco interno que se siente profundo y que llenarlo va más allá de uno mismo.
¿Pero qué tienen los domingos?
Quizá el cierre de la semana y el deseo de descansar más, de extender los momentos con la familia y amigos. De dormir más, practicar una rutina más larga de ejercicio, salir al campo, o a un centro comercial, ver las películas que te recomiendan, terminar pendientes o simplemente de hacer nada.
Posiblemente es que los inicios de semana -y de todo lo demás- me provocan ansiedad, y la nostalgia es como su antesala.
Llegué a casa y me puse a cocinar. Sin darme cuenta la sensación se había disipado.
Sé que el próximo domingo, esa 'compañera' volverá a aparecer y también mi anhelo que algún día se vaya.
No me había percatado que al final del domingo, la nostalgia me trajo algo bueno hoy. Me hizo escribir sobre ella, como un camino (espero), a la aceptación.
FIN
"Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en Ti"
San Agustín
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