Ir al contenido principal

Agüacero en La Subterránea

En dos meses, no había visto llover como hoy en Guanajuato. Andaba en el centro y por ahí de las ocho de la noche se soltó un aguacero. 

La intensidad de la lluvia me obligó a resguardarme en el pórtico de una tienda de ropa en el centro histórico.

La espera fue amena. Una pareja tapatía con dos niños llegaron corriendo al mismo lugar que yo. Estaban tan empapados que una sopa de fideo les qued
aba corta. No sé en qué momento entablamos una conversación al mismo tiempo que les escurría agua por todos lados.



Calle Subterránea. (Foto: Internet)


“¿Está muy lejos la Alhóndiga?”, me preguntó el señor mientras muchas gotitas de agua le adornaban las micas de sus lentes. “No, como a 5 minutos, pero con esta lluvia sí está lejos” le dije. Como les quedaba más cerca el Callejón del beso optaron por seguir turisteando pese a las inclemencias del tiempo. “Pues ya estamos aquí” le replicó su esposa. Se tomaron de las manos y me dieron las gracias llamándome “señorita guanajuatense”, esas palabras me dieron una sensación de bienestar. Atravesaron la calle entre corriendo y brincando en medio de la tormenta con todo y chiquillos.

La lluvia no cesaba y un niño detrás de mí, al parecer gringo no paraba de hablar. Hice un esfuerzo por entender lo que decía, pero lo único que logré traducir con certeza fue “water”.

También vi pasar a un tipo sin camisa montado en bicicleta que gritaba de tal manera que no sabía si le dolía o le gustaba sentir el golpeteo del agua sobre su espalda… y sobre su cara, manos, pecho… “Pinche loco”, pensé. Luego me cayó el 20 de que más bien sentía envidia de ver desde una tienda de ropa, semejante acto de libertad y valentía.

Bolsas de plástico y cartones servían de sombrillas improvisadas.

Para entonces el aguacero ya se había convertido en llovizna. Decidí caminar y con las botas mojadas pasé junto a la calle subterránea que estaba inundada cual Malecón del río en León, aunque con la diferencia de que esta calle ofrecía el plus de ver una “cascada” proveniente del jardín de San Roque. Comprobé que mi hermana Sara no exageraba diciéndome por experiencia, que cuando llovía en Guanajuato había que salir en canoa.

Tomé un autobús rumbo a casa. A unos metros de llegar, escuché al gringuito hablar, se había bajado del mismo camión que yo con su familia… Y seguía hablando...y yo seguía sin entenderle. La coincidencia me provocó una sonrisa.

Escribo esto acostada en el sillón del depa, en pijama, escuchando la lluvia. Recuerdo que hace mucho tiempo no disfrutaba tanto ver un aguacero. A veces me resulta difícil gozar lo simple, hoy fue un regalo. Quise decirle a la pareja de tapatíos empapados que no soy guanajuatense, pero este aguacero, hoy, en esta ciudad me hizo sentir un poquito más parte de aquí. 


Fin.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El callejón más estrecho de Guanajuato

Si algo caracteriza a la Capital, son sus callejones. Se estima que en la ciudad hay unos mil 850 que serpentean las viviendas cuevanenses desde el centro histórico, hasta el margen de la mancha urbana. Pero de entre de ese matiz de estrechas callecitas, hoy me topé con la más angosta de la ciudad. Es el callejón De Los Changos, situado en los alrededores del Jardín del Cantador, prácticamente en el corazón de Guanajuato. Su longitud apenas alcanza unos 50 centímetros de ancho y 3 metros de largo. Está tan inclinado que hay una cuerda instalada en la orilla que sirve para escalarlo. Foto: El callejón De los Changos, el más estrecho de Guanajuato. Y es que subir pone a prueba la  condición física. Prácticamente hay que trepar para corroborar por qué lo bautizaron con ese nombre. Al pie de la entrada, tiene un mini barandal que sirve de puerta, que pone en duda si se trata de un lugar público. Como sea, hoy el acceso estaba abierto. De los changos ...

Cabezas colgantes en Guanajuato

En Guanajuato, cuatro cabezas humanas permanecieron colgadas en jaulas, por 10 años, a la vista de toda la gente. Y no, no es una noticia ni sentencia de hoy, ni de ayer. El escalofriante suceso ocurrió hace 206 años en la Alhóndiga de Granaditas, uno de los edificios más emblemáticos de la Capital, ícono de la historia del país. Foto: vista de la Alhóndiga de Granaditas  (tomada de Internet) El 14 de octubre de 1811 quedó claro que fusilar a los héroes de la Independencia de México no era suficiente. Meses antes, a Miguel Hidalgo, Juan Aldama, Ignacio Allende y José Mariano Jiménez los mataron en Chihuahua, les cortaron la cabeza, las mandaron a Guanajuato y aquel día, las encerraron en jaulas para después colgarlas en alcayatas, una a una, en las cuatro esquinas al exterior del inmueble. No puedo imaginar ese momento, ni una década viendo esa macabra escena. Mi aversión a los temas sangrientos es tal, que cuando compro milanesas, prefiero voltear a otro...

Alimentando a la Capital

En Guanajuato comes con 20 pesos. Bajando del callejón de la Alameda, justo en la Plaza del Baratillo -que por cierto, le hace honor a su nombre-, se ubican los famosos "Botes". Se trata de un puesto ambulante en forma de "L" que todos los días ofrece un menú mínimo de 30 guisados, caracterizado porque  en lugar de cazuelas, la comida se ofrece caliente  en cubetitas de plástico. El menú es apto para todo tipo de cliente: desde diabéticos hasta veganos: igual te sirven  arroz rojo, verduras al vapor, chorizo con chile, camarones guisados, garbanzos, espinazo, chiles rellenos, milanesa de res o pollo, mole, capirotada, agua de limón, tortillas... Doña botes en acción Además de la variedad, los botes ganan fama por su precio.  Con  5 pesos puedes comprar casi cualquier guisado (excepto carne), que equivale como a dos cucharadas muy decentes de lo que pediste. Hoy, por ejemplo, comí con 20 pesos espagueti, nopales, salchichas y pollo guisado. ...