Hace exactamente nueve meses, un nudo me recorría de la garganta al estómago. No, no estaba embarazada. Llegué a vivir a Guanajuato con una mezcla de emoción y miedo. No sólo era un trabajo nuevo, era todo: la primera vez que me mudaba de ciudad, de departamento, personas nuevas, espacios totalmente ajenos, rutinas abismalmente distintas, sensaciones inéditas. Los primeros tres meses me acompañó la incomodidad: no me sentía de aquí, pero cuando iba a León, tampoco me sentía de allá. (Y eso que me considero panza verde hasta las cachas). Al principio mi perrita Nuni era mi fiel compañera: caminábamos por los callejones de San Cayetano donde viví los primeros meses, cerca del Jardín del Cantador donde tuvo su primer round con un perro (y yo con el dueño). Explicándole a Nuni que era nuestro primer día en otra ciudad. Por las tardes, cuando se podía, salía a correr por los famosos Pastitos, subiendo callejones empinados a los que nunca me pude acostumbrar. Suf...
Tiempo de escribir. Blog de Noemí Álvarez.